Nueva York no solo me dio una nueva vida, me dio una nueva versión de mí misma.
Esa frase sigue resonando en mi interior porque resume exactamente lo que esta ciudad significó — y sigue significando — para mí.
Antes de llegar a la Gran Manzana, era una versión de mí misma a medias. Tenía sueños, sí, pero me faltaba el coraje para romper los moldes que conocía. Vivía atrapada en lo seguro, en el camino preestablecido, en la rutina que se espera seguir. Tenía metas, pero también miedos; tenía ilusiones, pero también inseguridades. Mi autoestima era frágil, como un castillo de naipes que temía al primer viento fuerte.
Nueva York fue ese viento. Un viento huracanado.
Me rompió. Me desarmó. Me dejó sola frente a mí misma.
Y fue ahí, en esa soledad inmensa, donde comenzó mi verdadera reconstrucción.
Viví seis años en esa ciudad. Seis años donde aprendí que crecer no significa perder quién eres. Por momentos temí que Nueva York me cambiara tanto que dejara de reconocer a la mujer que venía de una isla, con la esencia de mis raíces, con el calor de lo simple. Me aterraba convertirme en alguien que no fuera yo.
No entendía que la verdadera transformación no es anular tu esencia, sino hacerla más fuerte. Aprendí, con el tiempo, que madurar no es borrar de dónde vienes, es darle un lugar más firme en quién te estás convirtiendo.
Superé muchos miedos.
Miedos al futuro, a perderme, a no encontrar un lugar donde pertenecer.
Pero quizás el mayor logro no fue externo, sino interno:
Aprendí a mirarme con amor. A caminar por la vida sin querer cambiar lo que soy, sin culpas, sin rencores. A despertarme cada día y preguntarme simplemente: "¿Qué quiero hacer hoy que me haga feliz?"
Vivir sola durante tanto tiempo en una ciudad tan inmensa me enseñó a vivir un día a la vez. Fue mi forma de vencer la ansiedad, de aprender a sostenerme a mí misma, de aprender a ser mi propia compañía.
Cuando finalmente dejé Nueva York, no fue un adiós.
Me fui sabiendo que volveré.
Porque es la ciudad donde volví a nacer.
La ciudad que me vio madurar.
La ciudad que me acompañó a convertirme en la mujer que soy hoy.